jueves, 3 de febrero de 2011

RINCONES DE PATRIA 03

03.02.2011
Parque Nacional Lanín, Neuquén

Primer día soleado en vacaciones, lo anticipó y acertó el pronóstico.
Una excursión programada, nos pasa a buscar por casa a las 8:45 hs.
El grupo con criaturas al fondo del bus, o sea Juan, Laura, Marcelo, Karina, Rubén, Gabriela, Belén, Kiara y Melina. La guía parece tener buena onda, el sol está a pleno, paseamos por la ciudad levantando a todos, hasta que los asientos estuvieron completos y partimos.

Tras una breve introducción sobre los terratenientes y el porque de la ambigua vegetación a ambos lados de la ruta que nos saca de San Martín, para llevarnos a Junín de Los Andes, dimos un corto paseo por el pequeño centro de este pueblo y nos encaminamos hacia el Volcán.
Tras casi una hora de camino de ripio observamos un criadero artificial de truchas, llegando apenas unos minutos después, a un punto panorámico desde donde se observa perfectamente la inmensidad y el resplandor de los hielos eternos del Volcán Lanín.

Metros más adelante, encontramos una playa de piedras donde rompen pequeñas olas de un inmenso lago. Luego de 20 minutos de goce, continuamos disfrutando de paisajes que se asemejaban más a una gigantografía artificial, que a lo que realmente es, un lugar de ensueños. Cuando logramos levantar nuestras mandíbulas para cerrar la boca continuamos hacia un camping Mapuche donde pararíamos a almorzar.

La guía por esta altura ya era una más del grupo y nos contaba como muchos terratenientes extranjeros se habían quedado con gran parte de esas tierras en los ´90, previo a la ley, que hoy prohíbe esas prácticas y como los Mapuches, a pesar de que se les reconoce el territorio como propio, no consiguen aún obtener las escrituras legales.

En el restaurante, atendido totalmente por Mapuches, a modo de homenaje y en una clara demostración de orgullo, colgaba un cuadro con un título de operador en PC de alguno de los integrantes del lugar.
Sobremesa a la vera del lago y a la sombra de los árboles, la mirada se perdía en los colores variantes del agua y en la calma que transmitía el lugar…

De vuelta en camino, paramos en un arroyo con lecho de arenas negras volcánicas, que bajaba con heladas aguas de deshielo. Ese sería el punto por tierra, más cercano que podríamos estar del Volcán Lanín, que por lo imponente nos dejaba bien en claro que realmente medía los 3776 metros que dice medir.

Más adelante un río con los clásicos pescadores con mosca, al costado de una capilla de Gendarmería Nacional y un hermoso parque verde que lo rodeaba, nos mostraba semi oculto, nuevamente al volcán.
Nos embarcamos en un catamarán con un guía rosarino, que nos hizo entender la importancia de preservar estos lugares únicos.

Nos contó historias increíbles de los lagos de la zona, mostrándonos la diferencia entre árboles de 500 años y los que creíamos enanos o recién nacidos por su altura, pero que ya tenían 250 años. Nos reímos con la anécdota de la isla de Las Cabras, y disfrutamos de otra vista impactante del Lanín mientras comíamos un rico trozo de chocolate acompañado por café.

La vuelta a tierra, nos dejó reflexionando a todos, de lo poco que realmente sabemos, sobre nuestra inmensa riqueza, en estos, rincones de patria…


Rubén Afonso Boaventura






































































































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