viernes, 4 de febrero de 2011

RINCONES DE PATRIA 04

04.02.2011
Siete Lagos y Villa La Angostura, Neuquén

Todos nuestros amigos, previo al viaje, nos habían hablado del imperdible colorido de montañas, árboles y lagos que nos ofrecería este circuito de unos 70km.

Amaneció con sol y hacia allí fuimos en caravana de 3 familias, pero se fue nublando y para cuando llegamos al primer punto panorámico del recorrido, las nubes ya cubrían todo el cielo, la lluvia se veía venir. Apenas se terminó el asfalto y comenzó el ripio, comenzaron a caer las primeras gotas.
En el segundo punto panorámico había una cascada, pero la llovizna, no nos permitió demasiado y debimos retornar al auto.

El camino estaba bien y aparentemente era más ancho, que lo que nos habían contado. A unos 25km de recorrido la llovizna se transformó en lluvia, con lo cual, solo nos quedaba avanzar, deteniéndonos, en los panorámicos, para observar desde el interior del auto. Algo más adelante llegamos al punto de “camino en construcción”, donde las máquinas y obreros, estaban intentando trabajar sobre lo que a esa altura, ya era ripio cubierto de barro y agua.

Ocupando el segundo lugar en la caravana de 3, vimos como Juan con su camioneta, paso con muchas dudas, una lomada de tosca, que después de ser superada, lo esperaba con una curva estrecha de un solo carril en una subida patinoza hacia la continuación del camino, detrás de unos árboles que no permitían ver más allá y que vaya uno a saber en ese momento, como carajo continuaba.

Las dudas me hacían pensar en volver. Mi karma con los celulares, “por eso no los utilizo”, se volvía a cumplir, en el medio de la nada, no hay señal, por eso, a la hora de ser realmente útil, conmigo, nunca funcionan.
Uno de los obreros me hace señas de que avance, y allí fuimos, a que sea, lo que Dios quiera. Marcelo que ocupaba el tercer lugar estaba en la misma disyuntiva y al verme encarar, siguió los mismos pasos.
Fue el momento más temido del trayecto, ya que 100m más delante de este lugar en obra, el camino retornaba a la normalidad, que por la curva ascendente, no se podía ver.

El paisaje se tornaba monótono, miraras hacia donde miraras, la lluvia le daba un tinte selvático, pero le quitaba vida y color a semejante estampa de película.
Lo que nuestros amigos nos habían dicho, se podía interpretar, pero no se dejaba ver.
Los siete lagos se tornaron todos grises, y no de colores fuertes y definidos como cuando hay sol, lamentablemente, todos parecían ser el mismo.

Luego de casi 2 horas de ripio volvió el asfalto, hacia la derecha Chile y a la izquierda Villa La Angostura.
Almorzamos en una especie de Pub, de La Angostura, cuyo nombre era Mc.Anudo, y la atención del dueño sumado a la variedad de comidas y los precios, le hacían honor a dicho nombre. Tras algunas fotos bajo la permanente gotera celestial, emprendimos el regreso, por el mismo camino.

Volvió la aventura, pero con un agravante, la lluvia había lavado el ripio y el permanente paso de autos, llenó de miles de pequeños pozos la superficie a recorrer.
Conclusión, la vuelta no fue en auto, fue dentro de una maraca, que a su vez se alojaba en un zamba de algún parque de diversiones, en una zona de terremotos permanentes.

Cerca de las 7 de la tarde apareció el asfalto, la calma en el andar y en el cuerpo.
Regreso a la ciudad, al borde del Lago Lacar, ducha, cena y a descansar en familia…

Rubén Afonso Boaventura







































































































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