sábado, 5 de febrero de 2011

RINCONES DE PATRIA 05

05.02.2011
Hua  Hum, Neuquén

En otro día que amaneció soleado y se fue nublando, partimos hacia el Lago Nonthué y  Villa Hua  Hum, 40km de ripio mediante, y un grupo de amigas adolescentes, que hacían dedo, en el medio de la montaña, llegamos a la laguna.


Un lugar pacífico a 2km del límite con Chile. Un restaurante, más un muelle amplio que se adentraba en las aguas calmas  y en sus orillas una arboleda abundante , nos dejaban relajarnos y disfrutar de la imagen. Cada cual había llevado su vianda y para cuando se hizo la hora de almorzar, una llovizna nos obligó a refugiarnos y comer en nuestros respectivos autos.


Media hora más tarde las nubes se abrieron un poco, y pudimos salir del encierro, algunos optaron por caminar, otros por ir al muelle, y yo por darle uso a la reposera que tenía en el baúl.
En mi soledad comencé a filmar, e increíblemente una pequeña golondrina no dejaba de pasar por delante de la cámara. El silencio solo era interrumpido por el grito de alguna de las nenas, que se transformaba en eco por todo el lugar.


Luego de un rato comenzaron a llegar los “exploradores”, que decidieron sacar los equipos de mate y provisiones, mientras las nenas jugaban a nuestro alrededor.
La clásica pregunta se hacía presente, ¿Vivirías acá?, la respuesta inmediata es sí, pero luego la razón, te lleva a un mar de nuevas preguntas, que por lo general terminan en una contradicción, y en un cambio de hábitos para el cual nadie sabe, si está preparado.


Levantamos campamento, y por estar tan cerca de la frontera decidimos llegar a ella.
Regresando, los chicos encontraron un cartel que decía Cascada Chachín.
Entramos, cruzamos un puente de madera, muy deteriorado y comenzamos a escalar con los autos por el medio de un camino angosto, sinuoso, de mucha pendiente y totalmente cubierto por la arboleda de la propia montaña, luego de 10 minutos de manejo estresante, llegamos al lugar.
Un cartel señalaba un sendero que se debería recorrer a pié. A los 100 metros en ascenso, otro cartel nos indicaba que aún faltaban 30 minutos.


Todos cargábamos con nuestros abrigos e hijas, el calor del esfuerzo nos hacía transpirar. Muchos tomaban una vara como bastón para ayudarse en la subida y en el cruce con los que volvían del lugar, la pregunta era… ¿falta mucho? La respuesta era, un poco…, pero vale la pena, ¡sigan!
Cabe destacar, la onda que le ponemos los argentinos, a la hora de ser solidarios animadores y expresivos, cuando vemos a alguien que quiere flaquear en este tipo de emprendimientos


Por fin llegamos, nos esperaba una hermosa plataforma de madera rodeada de barandas protectoras. Luego de algunos escalones la pudimos ver…
Un río de montaña con aguas heladas, en un recorrido sinuoso, empujaba con todas sus fuerzas, chocando contra las rocas que lo rodeaban, unos 10 metros más alto que nuestra ubicación.
De repente ese lecho se cortaba abruptamente y el agua de un color entre celeste y verde claro, caía ruidosamente sin más remedio, a un pozo de unos 150 metros, para luego continuar río abajo, por otro camino sinuoso y rápido.


La gente solidaria del camino finalmente, tenía razón…
Valió la pena…


Rubén Afonso Boaventura

























































































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